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Asamblea dividida: el choque entre oficialismo y correísmo se intensifica

A menos de dos semanas de la segunda vuelta electoral del 13 de abril de 2025, la política ecuatoriana vive un momento de máxima tensión. La Asamblea Nacional se ha transformado en el epicentro de una polarización feroz entre el oficialismo, liderado por el presidente y candidato a la reelección Daniel Noboa, y la oposición de Revolución Ciudadana, encabezada por Luisa González. Este enfrentamiento, que refleja una división casi simétrica en el electorado, ha puesto el foco en estrategias de campaña cargadas de ataques mutuos, relegando a un segundo plano las propuestas concretas para enfrentar los retos del país.

El pasado 9 de febrero, en la primera ronda electoral, Noboa, abanderado de Acción Democrática Nacional (ADN), se alzó con el 44,63% de los votos válidos, mientras que González, representante del correísmo, obtuvo un cercano 43,81%. Estos resultados evidencian un país partido en dos, con posturas irreconciliables que se trasladan al Legislativo. Allí, ADN y Revolución Ciudadana libran una batalla sin cuartel: el oficialismo defiende su gestión y busca afianzar su proyecto, mientras la oposición acusa al gobierno de ineficacia y abuso de poder, señalando un supuesto uso de recursos públicos para apuntalar la campaña de Noboa.

En esta recta final, las campañas han optado por un tono beligerante. Noboa ha hecho de la seguridad su estandarte, resaltando medidas como los estados de excepción y el despliegue militar contra el crimen organizado. Sin embargo, sus detractores lo cuestionan por el alza en el costo de vida y el estancamiento en promesas como la generación de empleo. González, por su lado, ha arremetido contra la gestión del presidente, criticando la falta de avances en salud, educación y empleo, y denunciando irregularidades electorales y corrupción en el Ejecutivo. Su mensaje apela a la transparencia y a un retorno a políticas sociales más marcadas, aunque sin detallar planes específicos.

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Este cruce de acusaciones ha ensombrecido el debate sobre soluciones a los problemas que más preocupan a los ecuatorianos: la inseguridad galopante, el desempleo persistente y una economía en crisis. La ciudadanía, atrapada en medio de este fuego cruzado, muestra creciente desencanto. “Queremos respuestas, no peleas”, resume el sentir de muchos, que ven cómo la política se convierte en un ring de descalificaciones en lugar de un espacio para construir soluciones.

Con la segunda vuelta a la vista, el futuro de Ecuador pende de un hilo. La polarización entre oficialismo y oposición no da tregua, pero el verdadero desafío para Noboa y González será demostrar que pueden dejar atrás las rencillas y priorizar el bienestar nacional. Los votantes, hastiados de promesas vacías, exigen claridad y compromiso. El 13 de abril no solo definirá al próximo presidente, sino también la capacidad del país para superar sus divisiones y encarar un camino hacia la estabilidad y el progreso.

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