¡Abran paso, gente! El chismecito de hoy no es de farándula, ¡es de la vida real! Y es que, si te la pasas frente a la compu o el celu estudiando, esto te va a interesar. Resulta que un estudio de la BIU University Miami acaba de soltar una bomba: la educación online nos está afectando más de lo que pensábamos.
¿Sientes que estás más cansado de lo normal? ¿Te duele la cabeza, no duermes bien o la ansiedad te está ganando la partida? ¡Pues no eres el único! Según este estudio, hasta un 70% de los estudiantes está sufriendo síntomas como fatiga, ansiedad e insomnio, todo por el uso excesivo de pantallas. ¡Sí, tu fiel compañera de clases se está convirtiendo en tu peor enemiga!
Los expertos, Selene Castañeda y Omar Guirette, lo dicen claro: la pantalla no es neutral, ¡cambia todo! Y el problema no es solo que te quedes sin sueño. También nos estamos volviendo más solitarios y menos motivados. Ya no hay ese "casi me duermo en clase" y ahora las interacciones son más frías, cero espontáneas.
¿Más conectados, pero más solos?
Este es el dilema. Estamos súper conectados a la red, pero desconectados de los demás. Un estudio de Gao et al. (2023) lo confirma: si pasas más de 4 horas en redes sociales, eres el doble de propenso a sentirte solo. ¿Y en las clases? La conexión con los profes cae en picada. En la presencial, es un 8.5 de 10, pero en la virtual, ¡baja a 5.2! ¡Eso es un bajón brutal!
Además, la tecnología que nos prometió agilidad nos está robando la concentración. Las notificaciones, los mil chats y las videollamadas sin parar hacen que sea imposible enfocarse. La procrastinación es real y la llaman "procrastinación tecnológica". ¿Te suena?
Cifras que te harán pensar
70% de los estudiantes tiene al menos un síntoma por el uso excesivo de pantallas. ¡Una locura!
El rendimiento académico cayó entre 10% y 20% en la virtualidad.
Más de la mitad de los adolescentes en Latinoamérica son adictos a las redes sociales.
¡No todo está perdido!
Pero tranqui, que no todo es malo. Los expertos de la BIU tienen una propuesta para que no colapsemos en el intento. La solución no es dejar la tecnología, ¡es usarla de forma más inteligente! Proponen cosas como:
Hacer pausas activas y dejar la pantalla un rato.
Pedir retroalimentación y hablar más con los profes y compañeros.
Aprender a manejar nuestro tiempo y concentrarnos de verdad.
El problema, al final, no es la tecnología, sino cómo la estamos usando. Así que ya lo sabes, dale un respiro a tu mente y a tus ojos.