Por solo $400 lo entregaron a la muerte: 17 años de cárcel para joven que desapareció a taxista en Quito
Una historia tan dura como indignante. A Christian David S. J., de apenas 18 años, la justicia ecuatoriana le impuso 17 años y 4 meses de prisión por ser responsable de la desaparición forzada del taxista informal Luis Alejandro Ortiz Imbaquingo, ocurrida el 3 de agosto de 2024 en Quito.
Lo más duro de todo: la familia del taxista vive en extrema pobreza y tiene a su cargo a un hijo con discapacidad intelectual del 90 %. Además de la pena de cárcel, Christian deberá pagar USD 10.000 como reparación.
Pero no actuó solo…
Tres adolescentes más estuvieron metidos en el crimen. Fueron sentenciados en octubre de 2024:
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“El colombiano” y “el zambo”: 6 años y 11 meses en internamiento institucional.
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El hermano menor del principal acusado: 4 años y 11 meses, por colaborar con la investigación.
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Los tres deben pagar USD 6.000 a la familia de la víctima.
Todo se planeó por WhatsApp
Según Fiscalía, todos los involucrados fueron reclutados por la banda criminal “Los Lobos”. El plan nació por mensajes de WhatsApp con un recluso que ofreció a Christian USD 400 por “mover un carro”. Y él aceptó.
El 3 de agosto de 2024, pidieron una carrera desde La Carolina hasta Calderón. En el trayecto:
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Lo golpearon, apuñalaron y envolvieron en una cobija.
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Le robaron USD 96 y su celular.
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Se tomaron fotos y videos bebiendo cerveza, y los enviaron a su contacto en prisión.
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Luego escondieron el auto en un hostal.
¿Cómo los atraparon?
El hermano de Ortiz descubrió una transferencia bancaria sospechosa en el correo de la víctima. Con esa pista, la Policía rastreó a Christian y los otros tres chicos. En los allanamientos encontraron:
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Objetos con sangre
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El celular y la tarjeta de débito del taxista
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Muestras biológicas cerca del río Guayllabamba, donde dijeron que lanzaron el cuerpo.
El cuerpo todavía no aparece…
Pese a varios operativos terrestres, aéreos y hasta fluviales, el cadáver de Luis Alejandro Ortiz sigue sin ser hallado. La Fiscalía mantiene la búsqueda activa.
Este caso es un golpe de realidad: el crimen organizado ya está usando a menores de edad como sicarios o reclutados para delitos graves, mientras destruye vidas como la de Ortiz y su familia, que solo buscaban salir adelante.