El 13 de mayo de 2025, Uruguay y América Latina despidieron a José Alberto ‘Pepe’ Mujica, quien falleció a los 89 años en su modesta granja en Rincón del Cerro, Montevideo, un día después de que su esposa, Lucía Topolansky, anunciara que se encontraba en fase terminal por un cáncer de esófago. Diagnosticado en abril de 2024, Mujica enfrentó la enfermedad con radioterapia, pero en enero de 2025 confirmó que el cáncer se había extendido a su hígado y optó por cuidados paliativos. “Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, declaró en su última entrevista al semanario Búsqueda.
Nacido el 20 de mayo de 1935 en Montevideo, Mujica marcó la historia como guerrillero, político y símbolo de austeridad. En los años 60 y 70, integró el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla marxista que buscaba derrocar el régimen represivo uruguayo. Arrestado en 1970, escapó de prisión dos veces, pero fue recapturado y pasó 14 años encarcelado, 10 de ellos en aislamiento durante la dictadura militar (1973-1985). Liberado en 1985 bajo una amnistía general, abandonó las armas y abrazó la política institucional.
Como líder del Movimiento de Participación Popular (MPP), parte de la coalición Frente Amplio, Mujica ocupó cargos clave: diputado (1995-2000), senador (2000-2005) y ministro de Agricultura (2005-2008). En 2009, ganó la presidencia de Uruguay (2010-2015), transformando al país en un referente de políticas progresistas. Su gobierno legalizó el matrimonio igualitario, el aborto y la marihuana recreativa, siendo el primero en el mundo en regular completamente su producción y venta. Estas reformas le valieron reconocimientos internacionales, como ser nombrado una de las 100 personas más influyentes por Time y Foreign Policy.
Conocido como “el presidente más pobre del mundo”, Mujica rechazó el palacio presidencial y vivió en su granja con Lucía Topolansky, su compañera desde los días de guerrilla y esposa desde 2005. Donaba el 90% de su salario a obras benéficas y conducía un Volkswagen Beetle de 1987, simbolizando su filosofía de vida sobria. Sin embargo, su gestión enfrentó críticas por un déficit fiscal del 3,5% del PIB y problemas en la petrolera estatal, además de no concretar reformas educativas prometidas.
Tras dejar la presidencia, Mujica volvió al Senado, pero renunció en 2020 por riesgos de salud durante la pandemia de COVID-19. A pesar de su deterioro físico, en 2024 hizo campaña por Yamandú Orsi, su protegido, quien asumió la presidencia en marzo de 2025. Orsi anunció su fallecimiento en X: “Con profundo pesar despedimos a nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, activista y líder. Gracias por tu amor al pueblo”.
El legado de Mujica trasciende fronteras. Líderes como Claudia Sheinbaum (México), Evo Morales (Bolivia) y Gabriel Boric (Chile) lamentaron su pérdida, destacando su humildad y visión progresista. Inspirador de libros, murales y películas, como el documental de Emir Kusturica, Mujica pidió ser enterrado en su granja junto a su perrita Manuela, bajo un árbol que plantó. Su vida, marcada por la lucha, la resiliencia y el amor, deja una huella imborrable en la política latinoamericana.