El Consejo Nacional Electoral (CNE) confirmó este lunes los resultados oficiales del escrutinio de las elecciones del 9 de febrero, revelando un ajustado desenlace en la conformación de la próxima Asamblea Nacional. Anabella Azín, asambleísta electa por el movimiento oficialista Acción Democrática Nacional (ADN), encabezó la lista de legisladores nacionales con mayor respaldo, obteniendo un 43,34% de los votos. Este resultado le otorga la presidencia de la sesión inaugural del Legislativo, programada para el 14 de mayo, en un escenario político que sigue en vilo a días del balotaje presidencial.
ADN se impuso por un margen mínimo sobre la alianza Revolución Ciudadana – RETO (RC-RETO), que alcanzó un 41,32%, mientras el Partido Social Cristiano (PSC) quedó rezagado con un 3,17%. En el total de curules, la diferencia fue aún más estrecha: RC-RETO logró 67 escaños frente a los 66 de ADN, un solo asiento que marcó la pauta entre la primera y segunda fuerza legislativa. Según la Ley Orgánica de la Función Legislativa, Azín dirigirá la sesión de apertura, acompañada por Raúl Chávez (RC-RETO) como subdirector y Alfredo Serrano (PSC) como secretario, roles que cesarán tras la elección de las autoridades definitivas ese mismo día.

La victoria de ADN en la lista nacional, pese a la apretada competencia en el número de curules, refleja el peso del oficialismo en la contienda legislativa, liderado por el presidente y candidato a la reelección, Daniel Noboa. Sin embargo, el foco político ahora se traslada a la segunda vuelta del 13 de abril, donde Noboa se enfrentará a Luisa González, de RC-RETO. Una diferencia de menos de 20 mil votos en la primera ronda, donde el mandatario obtuvo el 44,63% frente al 43,81% de González, anticipa un desenlace reñido que definirá si Noboa extiende su mandato hasta 2029 o si el correísmo retoma el poder.
Con la Asamblea delineada, el país aguarda la decisión de más de 13 millones de votantes convocados a las urnas. La sesión inaugural del 14 de mayo no solo marcará el arranque del nuevo Legislativo, sino que será el primer termómetro de las alianzas y tensiones que moldearán el futuro político de Ecuador, en un contexto donde cada voto cuenta y la polarización sigue al rojo vivo.