La ausencia de un candidato presidencial quiteño en las elecciones generales de Ecuador 2025 ha generado un intenso debate sobre el futuro político de la capital. Según expertos, esta realidad evidencia la crisis y desarticulación de las organizaciones políticas en Quito, así como la necesidad urgente de revitalizar su papel en el escenario nacional para los comicios de 2029.
Quito y su pérdida de protagonismo político
Paco Moncayo, exalcalde de Quito y excandidato presidencial, destaca que la capital ha perdido su estatus como epicentro político del país. Según Moncayo, la desaparición o debilitamiento de partidos tradicionales como la Izquierda Democrática y Democracia Popular refleja la falta de estructura política en la Sierra. Añade que fenómenos como el populismo y el regionalismo han desplazado a Quito como un bastión político, lo que ha permitido que otras regiones, como la Costa, se consoliden políticamente.
Por su parte, Ruth Hidalgo, directora de la Corporación Participación Ciudadana, explica que la dispersión de la vocería política en Quito y la falta de coordinación de los partidos serranos han contribuido al vacío de representación presidencial desde la capital. En su opinión, la fortaleza de partidos costeños como el Partido Social Cristiano ha inclinado la balanza hacia otras regiones.
Factores económicos y su influencia política
El poder económico concentrado en la Costa es señalado como otro factor que limita la representación política de Quito. Moncayo afirma que la economía nacional ha estado históricamente ligada a la exportación de productos como el cacao, camarones y banano, fortaleciendo a Guayaquil como un centro económico y político. Sin embargo, el analista Lolo Echeverría plantea que Quito también tiene capacidad económica, pero que la política se ha puesto al servicio de intereses privados, lo que ha minado la posibilidad de una representación sólida.
¿Cómo revertir esta tendencia?
Los expertos coinciden en que es necesario un esfuerzo conjunto para reactivar la política quiteña y garantizar una representación presidencial en las elecciones de 2029. Moncayo sugiere un acuerdo político amplio para las elecciones seccionales de 2027, que permita a los quiteños unificar su apoyo en torno a un candidato para la Alcaldía, con el objetivo de fortalecer una plataforma nacional.
Echeverría, en cambio, aboga por la reconstrucción de los partidos políticos, exigiendo el cumplimiento de condiciones básicas como la formación de líderes y planes nacionales claros. Por su parte, Hidalgo enfatiza en la necesidad de buscar candidatos fuera de los partidos tradicionales, fortaleciendo vocerías honestas y confiables que conecten con el electorado.
Mirando hacia 2029
El desafío de Quito radica en superar las barreras estructurales y culturales que han limitado su protagonismo político. Mientras los candidatos de la región Costa dominan el panorama electoral de 2025, la capital debe trabajar en construir una base sólida que le permita retomar su lugar en la arena política nacional. Esto requerirá no solo liderazgos comprometidos, sino también una ciudadanía activa que impulse una renovación en la forma de hacer política.